lunes, mayo 23, 2005

Tomaté tu tiempo...

Había una vez un leñador que se presentó a trabajar en una maderera. El sueldo era bueno y las condiciones de trabajo mejores aún, así que el leñador se propuso hacer un buen papel.

El primer día se presentó al capataz, que le dio un hacha y le asigno una zona del bosque.

El hombre, entusiasmado, salió al bosque a talar.

En un día cortó dieciocho árboles.

-Te felicito- le dijo el capataz-. Sigue así.

Animado por las palabras del capataz, el leñador se decidió a mejorar a su propio trabajo al día siguiente. Así que esa noche se acostó bien temprano.

A la mañana siguiente, se levantó antes que nadie y se fue al bosque.

A pesar de todo su empeño, no consiguió cortar más de quince árboles.

-Debo estar cansado- pensó. Y decidió acostarse con la puesta de sol.

Al amanacer, se levantó decidido a batir su marca de dieciocho árboles. Sin embargo, ese día no llegó ni a la mitad.

Al día siguiente fueron siete, luego cinco, y el último día estuvo toda la tarde tratando de talar su segundo árbol.

Inquieto por lo que diría el capataz, el leñador fue a contarle lo que le estaba pasando y a jurarle y perjurarle que se estaba esforzando hasta los límites del desfallecimiento.

El capataz le preguntó: <<¿Cúando afilaste tu hacha por última vez?>>

-¿Afilar?. No he tenido tiempo para afilar: he estado demasiado ocupado talando árboles.

P.D. dedicado a Aitor.

Un beso.

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