martes, abril 26, 2005

Dar y darse, ayudar, compartir, arriesgarse...

Hace un par de semanas Almudena Grandes dejaba en El País Semanal un estupendo artículo, dónde narraba la historia de un comunista, abandonado él y toda su familia, simplemente por ser eso, comunista.

Modesto, el personaje del artículo, no tiene recuerdos infantiles de su padre, tampoco de su madre hasta los seis años. Sólo recordaba a su abuela vestida de luto en casa pero no fuera de ella.

No reconoció a su madre cuando salió de la cárcel, ocho años más tarde cuando salió su padre fue algo más sencillo, ya se había preparado para aquel encuentro.

Modesto ya sabía que eran comunistas: comunista su madre, comunista su padre, su abuelo hasta que lo fusilaron, comunista su abuela, para la que era peligroso llevar luto. Eran comunistas y por eso él nunca sabía cuánta gente iba a comer en su casa cada día; ni a quién podía encontrarse durmiendo en su cama a media tarde.

Así recuerdo yo parte de mi infancia. Pienso en aquellos días y recuerdo con ilusión la mirada que se me iluminaba cuando veía aparecer a mi hermana subiendo por la cuesta hacia casa. Qué felicidad la mía cada vez que ella venía acompañada, bien si venían los de siempre, mejor aún si venía alguien nuevo con historias diferentes.

Mi hermana decidió unirse a la Joven Guardia Roja, allá por 1974, tres añitos contaba yo entonces, no escogió el mejor momento para hacerlo, pero estas cosas no se escogen, te escogen ellas a ti.

El momento no era bueno, por ella, demasiado joven, no había cumplido los 18, por mi madre, que por entonces sufrió su primera crisis y estuvo encerrada o mejor dicho encarcelada como un animal en el psiquiátrico en Santander. Pero los tiempos exigían que ella estuviese allí, como que podía, se repartía entre los estudios, mi madre, el servicio de mi padre, y cuidar lo que podía de una enana como yo.

Los estudios tuvieron que retrasarse un par de años, algo que mis padres no saben, jamás han conseguido ver su título universitario, pero eso era lo de menos en aquella situación. Entonces la complicidad de la gente con las ideas políticas era al 100%, todo por sus ideas, por la democracia y por su legalización.

Así la casa de mis padres era un templo del descanso y recuperación, sobre todo de un buen rato de charla entre amigos, unos platos de comida y un buen descanso.

Yo me entusiasmaba, ya con cinco añitos, cuando todavía no estaban legalizados, llegaba por casa, siempre con historias, con periódicos escondidos, con panfletos por repartir o por ir a recoger, recuerdo varias veces ir con ella andando por la vía hasta Torrelavega, buscando panfletos que alguien había tirado por los bardales.

En aquel tiempo de sus comienzos, la chiquilla tiene buena labia, se encargaba de dar mítines por la zona, y no se le ocurrió mejor sitio que el comedor de Solvay, dónde trabajaba mi padre y mi tío. Por supuesto la familia de mi padre la repudió totalmente, no querían ni nombrarla, por suerte mi padre guardo otra actitud hacia el tema, sufría por su hija, pero compartía ideas y no podía quitarla de su lucha por lo que él no había podido o querido luchar.

Recuerdo la última vez que mi padre vino a casa de ver a mi hermana en el calabozo, en esta ocasión en Torrelavega, estuvo una semana, mi padre tuvo que sacar todos sus ahorros para pagar la multa y poder sacarla, luego con la democracia le devolvieron sus 10.000 ptas., venía con el alma destrozada, no fue capaz de contárselo a mi madre,si llega a enterarse entonces, no sé qué hubiera pasado, todo lo relacionado con uniformes le hacia temblar, los tenía pánico desde una ocasión que vino la Guardia Civil a registrar la casa.

Desde entonces mi padre jamás le dijo una sola palabra a mi hermana por no dormir en casa, por llegar de madrugada, por venir con hombres desconocidos buscando comida y cobijo, por dar, ayudar, compartir y arriesgarse...

Grandes recuerdos tengo de aquellos años, dónde nuestra habitación estaba empapelada de fotos del Ché, de Mao, de Fidel, nuestra biblia era El libro rojo, nuestra canción de dormir era La Internacional, bueno de vez en cuando alguna montañesa...

De mi hermana aprendí todo eso y mucho más, con el paso del tiempo lo olvidé, igual que ella, al verse perdida, sola y abandonada por todos, pero fue capaz de volver a vivir y recordar que así es como ella vive.

Quizás le pasó como a Modesto, como dice Almudena, "si hubieran sido católicos, los habrían beatificado. Si hubieran sido anarquistas, caerían muy simpáticos. Si hubieran sido fascistas, nadie tendría el mal gusto de recordar su pasado. Si hubieran sido socialistas, habrían sido admirables. Pero eran comunistas, y fueron, y eran, y son, y siguen siendo, y siempre serán culpables".

Qué curiosa es la vida, qué curioso el destino, qué curioso este país donde nadie cuenta la otra parte de la historia, por lo visto saber de aquella historia no le interesa a nadie.

A mí si me interesa, por eso me interesa mi hermana y los suyos, y a ti, ¿te interesa?...

Un beso.

3 Sonrisas:

Blogger Hugo dijo...

Toda una historia la de tu familia y tu pobre hermana.
Aunque he de decir que no entiendo la frase tan victimista con que cierra el artículo la Grandes. O no la comparto, vaya.
Aunque seguro que le hubiera ido mucho mejor si hubiera sido del PSOE, eso si. O no, que Cantabria toda es bastante facha.
Un saludo.

26/4/05 19:10  
Blogger Miada dijo...

Vaya...con el PSOE en Torrelavega no le hubiera ido nada mal... aquí nos salvamos un poco de los fachas de Cantabria...;)
Pero no considero nada pobre a mi hermana...más bien lo contrario.
Un beso.

26/4/05 19:24  
Blogger Toperro dijo...

Está claro que en este país determinadas ideologías políticas están mal vistas o tienen mala prensa. En una guerra nunca hay vencedores por mucho que se nos diga...siempre quedan víctimas y secuelas en los vencidos y en los vencedores, sino que le pregunten a los soldados de la Guerra del Golfo.

Lo de tu hermana pues tuvo mucho valor para lo que fue aquella época convulsa pero uno no ha de renunciar nunca a sus ideales y lo que es.

27/4/05 11:22  

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