martes, abril 19, 2005

Confianza...

Leía estos días un pequeño artículo en un semanal de estos para leer los domingos por la mañana mientras desayunas en la cama, obviamente yo los leo el lunes cuando me los llevo por la cara del bar donde suelo tomar el café.

Versaba en esta ocasión sobre la desconfianza, leve explicación de una psicóloga del porqué de estos sentimientos.

Básicamente viene a contarnos que las personas desconfiadas suelen haber sido víctimas de una decepción que ha marcado su vida. Seguramente vivida en su primera infancia, cuando se es muy vulnerable y se pueden sufrir verdaderas frustaciones provocadas por parte de las personas más cercanas, normalmente los padres.
Como les han fallado figuras importantes y en momentos decisivos, el niño tiende a pensar que todo el mundo se va a comportar igual con él, y ese sentimiento se lleva adelante en la vida.

Si los padres, no pueden atender al niño cuando sufre sensaciones de pesar, o tardan mucho en darse cuenta de sus necesidades afectivas, le quedará un percepción del mundo un poco alterada y desconfiará de que exista alguien que le pueda entender y en quien pueda confiar. Es decir, se queda fijado en su mente ese modo de relación con los padres que no supieron entenderle.

En los primeros años de vida la maduración psicológica pasa por una situación muy especial que determinará tu grado de confianza o desconfianza en los demás. Dependemos del cariño y cuidados que nos brinden para continuar por ese camino.

Fíjaros si esto es importante en nuestra forma de ser, quién te iba a decir que dependes en mucha medida de un buen cambio de pañales a tiempo.

Pues a mí me pasa todo lo contrario. Entiendo que en mi primera infancia tuve que tener ese tipo de frustación, mi madre enfermó, mi padre pasaba de todo, obviamente no era su trabajo cuidar de una hija pequeña, y mi hermana imagino que tenía bastante con sus estudios, la casa, mi madre y soportar a mi padre. No creo que dejase pasar toda esa situación como algo normal en mi vida, por aquel entonces yo tenía 3 años, es decir la etapa de formación de personalidad estaba en pleno auge.

En mi caso ha sido todo lo contrario, si existen esas decepciones a mí no me han hecho desconfiada con la gente, más bien soy todo lo contrario. Soy tan confiada con la gente que me abro a cualquiera con toda la tranquilidad del mundo. Cualquiera que me conozca sabe que es así. Para mí todo el mundo es bueno hasta que me demuestre lo contrario, ahora sí, cuando alguien me lo demuestra ya se puede olvidar de mí para siempre.

Tengo alguna excepción a la confianza, soy de las personas que ven algo más en la gente, cuando conozco a alguien sé de primeras si vale o no vale la pena esa persona, puedo ver si hay algo en esa persona que no es bueno, y con el tiempo,antes o después sale rana. No suelo fallar en estos juicios,¿o son prejucios?, la verdad es que cuando noto eso en la persona, por mucho que haga para bien, yo estoy con la mosca detrás de la oreja.

Un detalle que comentan en el artículo y si veo reflejado en mí; dicen que estas personas son demasiado exigentes y, como los niños, siempre esperan más de lo que encuentran.Esto si es una buena descripción mía, siempre soy exigente con todo el mundo, yo doy el 100% y espero la misma respuesta, y claro como los niños me suelo desilusionar, esas respuestas no las suele dar nadie...

Bueno a lo que iba todo esto, qué confío en vosotros, no hay más que verlo, aquí estoy contándoos mi vida sin ningún reparo.

Un beso.

1 Sonrisas:

Blogger Toperro dijo...

Es cierto que lo que pasa en nuestra infancia nos marca bastante, yo pese a las malas experiencias confío en la gente hasta cierto punto siempre hay que tener un pequeño margen para que si te traicionan no te pille por sorpresa, al menos así veo el concepto confianza yo.

20/4/05 16:02  

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