jueves, mayo 25, 2006

Fantántisco domingo...

Qué fácil es disfrutar con las enanas. Casi cualquier cosa es nueva para ellas y las promete una aventura sin fin.

Este domingo fue de lujo, sé que vosotros lo podéis entender, tanto sí tenéis enanos en casa como sí no. Desde luego que los primeros se pondrán con más facilidad en mi papel que los sengundos, pero eso no va a evitar que cerréis los ojos y os podáis imaginar esta aventura como sí fuese vuestra.

Preparamos las mil y una bolsas, mochilas y trastos para salir en búsqueda de nuestra aventura particular. No nos faltaban las gorras, los cubos ni el balón. Todo estaba dispuesto para soñar despiertos.

En nuestro coche nos acercamos hasta la estación de tren. Una vez allí el susodicho fue a comprar los tickets y nosostras nos sentamos en un banco del andén a esperar a nuestro primer Rey del día. El tren.

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La verdad que sentadas estuvimos poco, culo arriba, culo abajo, aquello era un no parar. Me quito gorra, me pongo gorra, tengo pipi, no tengo pipi. La espera fue corta pero entretenida. No contuvieron los gritos y las risas cuando vieron que a lo lejos asomaba el tren, ese tren que ellas saludan cada vez que desde la carretera nos cruzamos con él.

Todo un placer ir cantando, casi, casi bajito, señalando vacas que se podían ver cada poco desde la ventanilla, contando las estaciones y repitiendo ese mensaje..."próxima estación...".

Llegamos al destino final de la primera parada, visita obligada a los servicios para poder continuar el camino. Salida en la gran ciudad y la pregunta obligada...

- ¿cuándo llegamos?.
-Un pequeño paseo y llegamos al puerto
-¿Puerto...?

Y eso hicimos, despacito, cada uno con una enana de la mano, nos fuímos acercando al puerto. Casi a escasos metros de allí vimos como partía uno de los barcos. Pasamos a la estación y nos sentamos a esperar el siguiente, media hora tenía la culpa.

Las enanas estaban ya hambrientas, entre el entusiasmo y la hora necesitaban un relax. ¿Qué mejor que unas aceitunas para matar ese gusanillo?. A las aceitunas le siguieron un plátano y medio bocata de la merienda, la espera se nos hizo corta al final.

El puerto


Ya en el barco ocupamos todo un banco, atrás, con todo el mar para nosotros, las enanas no podían creérselo, preguntaba la mayor por todos los detalles que veía ante ella, los salvavidas, la bandera, las boyas, no era su primer viaje en barco, pero dudo que pudiese recordar las veces anteriores, así que para ella todo esa magia.

Llegamos a destino, salimos del puerto y entramos en el paseo, las ansias de las pequeñajas por llegar a comerse la tortilla iban en aumento exponencial. Parece que su memoria había olvidado por completo el aperitivo, así que todos deseábamos aposentarnos, y disfrutar de una buena comida en las dunas.

El paraiso



Así lo hicimos, dimos buena cuenta de todo, la tortilla voló entre enanas y susodicho, aclarando que un trocito cayó en mi plato, una deseada cerveza no tan fría como hubiese merecido, manzanas y demás, se encargaron de saciarnos por completo.

Ellas querían juerga, papá y yo hubiésemos dado todos nuestros tesoros por una buena siesta. Se entretuvieron jugando con los cubos, paletas y la arena, lo justito para un cerrar los ojos y engaño de la mente.

El susodicho se las llevó hasta el borde del mar, el viento era tan fuerte que les impidió el juego con el balón, pero al menos a gusto se quedaron todos.

El regreso no apetecía iniciarlo pero la hora nos lo indicaba, tras un estupendo y merecido café de terraza volvimos al barco.

El mar parecía calmado y todos sentados en la cubierta, pero no era más que un engaño hasta la primera parada. De ahí hasta el puerto, las olas y el viento se encargaron de cambiar nuestras caras enrojecidas por el sol a sorprendidas por el cambio. Más cambio nuestra cara al ver que una bolsa había volado hasta el mar, con el balón de playa dentro. No hay aventura sin pérdida...

Esta vez hicimos parada entre el puerto y la estación. Un estupendo parque infantil no sirvió de marco para la merienda, toboganes y columpios.



Más no se podía pedir, bueno, más tuvimos, nos quedaba la vuelta en el tren. Sus caritas ya cansadas seguían brillando por su sonrisa. Seguían sus canciones, sus asombros con el paisaje, estación tras estación y por supuesto la pregunta...

- ¿Cuándo llegamos?

Llegamos, cansados y satisfechos a más no poder. Ver el brillo de sus ojos y la sonrisa puesta acaba con todos los males de cualquiera...

Os deseo mil y una excursiones...

Un beso.

9 Sonrisas:

Anonymous Anónimo dijo...

JEJE. Me acuerdo cuando yo era pequeño (aun soy un poco pequeño) que no paraba. Y si me cansaba, al poco tiempo me recuperaba y seguía jugando. Bueno, eso con 8 o 9, a la edad de tus adorables princesitas yo era más tranquilito. A disfrutar :-)

25/5/06 16:32  
Blogger Unknown dijo...

No sabes lo familiar que me resulta la expresión "hubiésemos dados todos nuestros tesoros por una buena siesta" ;)

25/5/06 17:56  
Blogger Isthar dijo...

A veces no es necesario tener niños para hacerse una idea de lo que debió ser ese fantástico día
:) Yo he sido la mayor de todos mis primos y lo he vivido con ellos, algunos mucho más pequeños, y además puedo meterme con facilidad en la piel de tus niñas.

Yo sigo disfrutando de las excursiones, el agua, las meriendas y los parques, como si fuera una niña ;)

¡¡Por muchos días como ese con tus peques!!

25/5/06 17:58  
Blogger nimue dijo...

yo no tengo enanas pero me ha encantado tu descripción.
Os deseo muchas excursiones felices y muchas sonrisas.

25/5/06 18:01  
Anonymous Anónimo dijo...

Igual que no es necesario tener alas para volar, tampoco lo es tener niños para poder disfrutar de lo que cuentas.
Los niños , ajenos o propios, siempre arrancan alguna sonrisa :)

Besitos

25/5/06 20:22  
Anonymous Anónimo dijo...

Qué chuliiiiiii... la verdad es que los críos dan otro sentido y color a las vivencias de los adultos. Me alegro de que lo pasaseis tan bien ;-)

26/5/06 09:05  
Blogger 3nity dijo...

A ver si este finde lo pasas por lo menos tan bien como el pasado...

26/5/06 14:58  
Blogger Miada dijo...

Gracias por compartir vuestras sonrisas conmigo. Sé que no hace falta tener enanos para disfrutar con una aventura como ésta, pero tomo como ejemplo a Ismo, es algo diferente.

Recuerdo las miles de veces que mi madre pronunció esas palabras..."cuando tengas hijos lo entenderás...", eso es una verdad muy grande, hay cosas que no sienten hasta que ellos llegan.

Un beso.

26/5/06 16:41  
Anonymous Anónimo dijo...

Personalmente me gusta mas llamar a los niños, otra cosa que no enanos.

30/5/06 15:25  

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