Todo lo que empieza...

Todo lo que empieza tiene un final. Mi final ya llegó, justo a tiempo. Mentiría si dijese que no me hubiese quedado algunos días más fuera del mundo, pero era ya la hora de volver.

Debía tomar contacto con el suelo y dejar ya de vivir en las nubes, no es que a diario no pase un rato por esas nubes, pero es que estos días de atrás he estado subida en una nube muy grande, con la compañía perfecta y deseada en cada momento.

Más no puedo pedir, o tal vez si, por pedir que no quede, poder repetir unos días tan maravillosos con la gente que quiero, el deseo ya está en mí, la semilla ya está sembrada, ahora me queda cuidarla para que crezca lo más pronto posible.

Como siempre me falta tiempo, poco a poco, volveré por estos negros fondos llenos de la luz de las blancas letras, os contaré mil cosas como pide el título, pero será de a pocos, que todo junto puede empachar...

Ahora mi prioridad es la vuelta a la normalidad, a la rutina, poner horarios y actividades en el día a día para que todo vuelva a estar bajo control, estos días todavía cuesta.

Cambios a mi alrededor, cambios de gente, cambios en el trabajo, cambios en la familia, extraña paradoja, con tanto cambio todo sigue estando igual. Yo soy la misma de siempre, un poquito dorada por el sol, increíble pero cierto, y muerta de frío. Otra paradoja más.

Vendrán más...

Un beso.